domingo, 27 de septiembre de 2009

Acerca de la sucesión rectoral

Hacia una Universidad de complejos

Posición del Movimiento Estudiantil ESPARTACO

La elección de la Reina… de la primavera universitaria

El próximo 29 de septiembre los universitarios elegirán a la figura que llevará a la Universidad a una nueva primavera: “los mejores años de la Universidad están por venir” ha sido al menos parte de la cantaleta mediática. Oficialmente se habla de la “elección de rector”, pero una elección supone al menos posibilidades u opciones diversas que en la Universidad no han existido por la forma antidemocrática y corporativa bajo la cual opera desde hace al menos dos décadas. Sin duda este proceso tiene que ver más con una cuestión de seleccionar a una Reina de belleza que a un funcionario público, pues la obsesiva y abusiva presencia de la familia real en publicaciones orientadas a promover el narcisismo de la sociedad poblana ha sido llanamente brutal y descarada. En fin, el concurso está amañado y contarán muchas cosas menos la transparencia, la honestidad y la estética, pero si Puebla ya tiene un gober precioso, por qué no tener una Reina de la primavera universitaria preciosa con la cara de Enrique Agüera Ibáñez.

Aunque hablamos de la Universidad Autónoma de Puebla, el conocimiento no importa, como lo ha dicho el mismo rector en funciones y también candidato a rector (seguramente, sólo una persona del tamaño de Agüera puede operar traperamente en estas dos posiciones al mismo tiempo). Así un supuesto Administrador público metido a rector tiene el cinismo de responder cuando se le pregunta sobre el paquete fiscal enviado al Congreso de la Unión y la propuesta presidencial del presupuesto para 2010, que además supone recortes significativos a la educación pública superior: “ni soy experto en el tema ni estoy ahora en eso, pregúntenme de mi tema que es la campaña” (Periódico digital, 090909)

Claro, después de decir tamaña brutalidad, sus asesores hicieron la chamba y ahora sí, en los siguientes días resultó ser un conocedor y parlanchín sobre el tema del presupuesto. El hecho no es raro, como dice el dicho: quien nada sabe, nada teme, de ahí que el actual rector sea un individuo tan, pero tan hablador.

¡Ah!, pero no habla de cualquier cosa, ¿cómo puede creerse? Por ejemplo, puede ser importante pagar cientos de miles de pesos para que la fiesta de 15 años de su hija o su cumpleaños o el supuesto “desarrollo universitario” sean publicados en las revistas de sociales, en los portales de internet de los medios de comunicación “de prestigio”, en los diarios, para que las plumas “formadoras de opinión” oportunamente pagadas hablen de una supuesta era transformadora de la Universidad, pero para qué hablar sobre el aumento del desempleo, qué importancia puede tener la caída del 10% en el PIB nacional en el segundo trimestre de 2009, qué significa la pérdida de millones de pesos por la pérdida de cosechas para la población que vive del campo. No, seguramente eso no tiene importancia.

Además, esos temas tienen un carácter nacional y la universidad es poblana, ¿no deberíamos preocuparnos sólo por el ranchito del gober precioso, del pederasta, matón, despojador de ejidatarios y ahora también destapador, lógicamente a lo priista, de la reelección de Agüera?

La “elección” del rector por el gober precioso

Sí, Marín destapó a Agüera… ¡No se rían que es en serio! Por tanto, Marín y no los universitarios es el verdadero jefe y padrino de un individuo que derrocha los recursos públicos y quiebra las arcas universitarias para presumir de cosas de las que carece. En fin, Agüera ha servido de cobija de la impunidad del gober pederasta, por lo cual obviamente debió sacar mochada como lo hicieron todos los medios de comunicación, y varios periodistas, publicistas y políticos del estado y del país para guardar silencio sobre las complicidades con el trabajo sucio, el antidemocratismo y el descarado autoritarismo con el que opera la mafia en el poder, comprando lealtades y pisoteando dignidades, incluso de menores de edad (Véase los Cuadros 1 y 2).

Así es, el socio, aliado, jefe, padrino y mentor de Agüera Ibáñez es conocido como el gober precioso. Marín liberó grandes cantidades de dinero para silenciar su pederastía y ocultar los irrefutables hechos de corrupción en los que había sido caído en la movida; en conjunto, esas cantidades suman miles de millones de pesos que obviamente fueron extraídos del presupuesto público, es decir, del trabajo hecho por los trabajadores del país y que no se les paga, de la plusvalía, o de los propios ingresos de los trabajadores vía el Impuesto Sobre la Renta (ISR) y el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Desde luego que esta Santa Alianza se corresponde bien a bien con las frustradas esperanzas (por el momento) del ignaro de Enrique Agüera de saltar a funcionario público —bromas aparte— por la vía de la elección popular.

Olvidémonos de la autonomía universitaria, que a La Güera nada le costó; olvidémonos de los tiempos en los que la Universidad aspiraba a regir su propio futuro. Retengamos que Marín, un pederasta, un represor de campesinos, un represor de la libertad de expresión, un pistolero de Manuel Barttlet Díaz, un vividor de los recursos públicos, un baluarte del priismo anquilosado que paga el cuidado de su imagen personal con miles de millones de pesos por año con fondos públicos, beneficiándose de que fue puesto por el PRI en el Gobierno del Estado de Puebla, anuncia su apoyo a su aliado político, a un individuo cortado con su misma tijera, a Enrique Agüera Ibáñez, el porro hecho rector por ser el…, el…, ¿cómo se dice?, ¡ah!, sí, el delfín de Enrique Doger Guerrero. Tampoco hay que dejar de lado que Enrique Doger Guerrero estuvo en la Rectoría de la BUAP por 7 años por ser primo de José Doger Corte, ambos importantes aliados de Manuel Barttlet Díaz y del Gobierno del estado en turno, que amasaron fortunas gracias al negociazo que representa para individuos corruptos y sin escrúpulos como ellos el ser rector de una Universidad Pública.

En fin, a Marín le bastó decir que “quien hace las cosas bien tiene el derecho de continuar” (Puebla Hoy, 260809) para dar la cobija del priismo al Administrador público que no es experto en presupuestos públicos ni en cuestiones fiscales. Desconocemos que le haya hecho bien al gober precioso, pero ese asunto, como los de cama, debió resolverse en lo oscurito.

Así, Agüera es el entenado precioso de Marín, que fue impuesto por otros 4 años más para continuar el proyecto de entrega de la Universidad a los intereses del Gobierno, iniciado por Alfonso Vélez Pliego en 1981. Seguramente, Alfonso Vélez Pliego en el fondo de su tumba y su familia sanguínea y política deben regocijarse del triunfo irrefutable de su proyecto privatizador.

La Universidad como porrista gubernamental

El Artículo 17 de la Ley Orgánica de la UAP establece que: “El Rector tendrá las siguientes atribuciones y obligaciones:

“I. Conducir las relaciones de la Universidad con los poderes públicos, instituciones académicas y organismos sociales”

Pero al respecto, la conducción de la relaciones por parte del actual rector se reducen a servir de perrillo faldero de su padrino y precioso gober, el cual además pasea por la Universidad como Pedro por su casa, como si el Gobierno del estado de Puebla no fuera el responsable del asesinato de luchadores sociales universitarios que reivindicaban el carácter Autónomo de la Universidad y practicaban activamente y de forma real (no figurada como lo hace el porro-porrista de Agüera) el compromiso que un universitario debe mantener con su sociedad. Como si el mismo gober precioso no tuviera en su haber la represión de otros luchadores sociales, es invitado como buen padrino a cuantas obras Agüera pueda inaugurar. Además, faltaba más, aparece fotografiado al lado del rector de la UAP, su gran porrista popularmente conocido como La Güera Ibáñez.

De esta forma, el Comité Directivo Estatal del PRI puede formalizar, por ejemplo, en el Complejo Cultural de la UAP, la creación de la Coordinación Estatal Juvenil con el objetivo de involucrar a los jóvenes en la creación de su Plataforma Electoral 2010, con la presencia del gober precioso como buen animador del evento, y por supuesto con el avieso apoyo tras bambalinas del juvenil porrista La Güera Ibáñez.

Entonces, las relaciones con los poderes públicos no son conducidas por el rector, sino que son conducidas por los poderes públicos ajenos a la Universidad y a los que el rector sirve. Lo legítimo y racional sería que el rector fijará la postura de los universitarios en relación con los problemas sociales y las responsabilidades gubernamentales en la solución de esos problemas, que se pronunciará en relación con la marginación, con el desempleo, con el decrecimiento, pero no, ¿cómo esperar que Agüera diga algo a las instancias gubernamentales que no sea chillarles por los recursos del erario recortados o guardar un silencio sepulcral en relación con la situación de la economía y de la sociedad poblana o mexicana? Y por supuesto, el rector vive de rodillas ante los poderes públicos (¡bromas aparte, por favor!) porque no tiene la integridad para exigir los recursos que se requieren para atender las necesidades de la UAP, ¿cómo podría un individuo que se ha enriquecido extrañamente bajo el cobijo de su trabajo como funcionario y autoridad de la UAP exigir fondos ante el Gobierno? (Véase el Cuadro 6)

Además, la falta de atención por parte de las autoridades universitarias ante la problemática económica y social se contrapone directamente con lo establecido en la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Puebla en su Artículo 1, que a la letra dice: “[…] La atención a la problemática estatal tendrá prioridad en los objetivos de la Universidad y la Institución contribuirá por sí o en coordinación con otras entidades de los sectores público, social y privado al desarrollo nacional”.

El Consejo Universitario, máxima autoridad de nuestra Casa de Estudios, tampoco aborda estos temas en el ámbito de su competencia y de su responsabilidad social.

En ese sentido, los problemas anteriores pueden ser complementados con los problemas derivados del crecimiento urbano, de la especulación inmobiliaria, de la rapiña con la que se compran grandes extensiones territoriales por parte de constructoras sin un plan específico de ordenamiento territorial hasta estos momentos, las condiciones particulares que conducen a que el estado de Puebla siga conservando amplios rezagos en términos de desarrollo humano, pobreza y marginación no son abordados prioritariamente como parte de los objetivos de la Universidad.

Al contrario, con la perspectiva de adoptar a la Universidad como su propiedad y de usarla para hacer negocios con fondos públicos, el rector precioso, el héroe del gober precioso, presenta el regalo del trabajo de los universitarios a empresas privadas como un medio de “participar” en “la problemática social”. ¿Qué mejor manera de hacer negocios para lumpenes como los dogeristas, los velecistas, La Güera o el gober precioso y la runfla de gandallas que operan y sirven a los proyectos del sector privado gracias a tener el acceso a los recursos públicos? (Véase los Cuadros 1 y 2)

Aún con todo lo anterior, no faltará quien se planteará la gran interrogante de que y eso qué tiene que ver con la Universidad y por qué el rector de la UAP debería decir algo si las problemáticas estatal y nacional están fuera de su alcance. Y si se refiriera sólo al alcance intelectual de Enrique Agüera podríamos estar de acuerdo, pero si hablamos del rector de una Universidad pública, de una Universidad que consume recursos públicos, que debe sus recursos a los trabajadores, pues los fondos con los que opera provienen de trabajo que no se paga a los trabajadores de la producción de nuestro país, es inadmisible. De ahí que no pronunciarse ante la problemática estatal y nacional y no tomar acciones encaminadas a mejorar las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos es no tener ni asomo de respeto por sus progenitores, de la universidad, por supuesto. Entonces, ¿cuál es el beneficio de ser rector para un individuo tan corrupto?

El negocio de ser rector

La problemática relacionada con la renovación de los mantos acuíferos, de la deforestación, de la escasa tecnología en la producción agropecuaria en el estado de Puebla no es prioritaria para un gandaya como La Güera, pues los campesinos no van a dejarle la lana que le ha dejado la construcción de un Complejo Cultural, por ejemplo.

Es fácil hasta para un “inexperto” de los presupuestos públicos como el rector en funciones saber cómo hacer para que una parte del dinero destinado a obras de la Universidad vaya a parar a su bolsillo, y todo “legalito” por el camino más chueco posible.

Los Doger le explicaron a él, lo que a su vez otros le enseñaron a los Doger, con pelos y señales sobre lo rentable que es abrir constructoras a título personal, aunque sea con testaferros, que serán las que tendrán los contratos de la Universidad para la realización de obras, las cuales además, como en todo el ramo de la construcción, deben dejar su mochada correspondiente a quien le autoriza la obra sin mediar de por medio ningún comprobante fiscal, salvo los acuerdos por debajo de la mesa o en lo oscurito, como si fueran de cama, se establezcan y probablemente una que otra cuenta bancaria, como las que se han exhibido a nombre de individuos muy cercanos a Enrique Doger, en relación con las obras que gestionó como Presidente del Municipio de Puebla.

Así, el rector sabe qué obras se realizarán, conoce lo que se va a licitar y presenta a través de sus cuates y testaferros proyectos que invariablemente serán aprobados. De hecho para hacer más atractivo el negocio, algunos proveedores han mencionado que son invitados a presentar sus proyectos de obra en ocasiones con todos los gastos pagados para la formulación de la propuesta, pero al momento de la aprobación simplemente son descartados.

La obra se realiza, la compañía ganadora realiza obras (dejemos de lado la calidad con la que las hacen), paga su cuota a las autoridades que autorizaron la obra (en este caso el rector, quien se encargará de repartirla, si hiciera falta, entre sus cuates) y además todavía la compañía obtiene ganancias, que también serán tras la deducción de los “gastos de administración” para el dueño real de la constructora que por lo general es el rector en turno.

También está la opción de tener universidades privadas adscritas a la UAP, las cuales “ya han sido favorecidas” con fondos públicos en forma de beca para los estudiantes que les permitirán financiar el pago de sus colegiaturas y que por tanto irán a parar a las manos de los dueños de esas Universidades que también tienen una vinculación muy cercana al rector, incluso de testaferros por ejemplo, con lo cual ese fondo también es para el héroe precioso del gober precioso. (Véanse los Cuadros 1 y 2)

Juzgue el lector si no será atractivo un negocio como éste, en el cual no sólo todos los gastos, sino elevadas ganancias están más que aseguradas: ¡dinero va y dinero viene, pero es La Güera quien finalmente lo tiene! ¡Y todavía tiene el descaro de negar que sea un corrupto! Pero ¿por qué un individuo tan inmoral ya llegó a ser rector y, además, “aspira” a regir la Universidad por otros 4 años?

El ascenso del porro hecho rector

Roberto Enrique Agüera Ibáñez ha fundado su ejercicio público en la brutalidad y el despilfarro, y los ha cubierto con proyectos faraónicos y con abundante publicidad; así, el sensacionalismo se ha convertido en la principal artimaña para presentar un proyecto formalmente innovador, pero que en realidad no deja de ser un remedo del proyecto iniciado por Alfonso Vélez Pliego, aunque se le cambie de nombre.

De esta forma, el individuo autoproclamado visionario conocido públicamente como La Güera Ibáñez no pasa de ser el mediocre operador de un proyecto ya concebido desde la década de los 80 y cuyo objetivo básico era entregar la Universidad a los partidos en el poder, trabajar en su privatización, y traicionar las luchas sociales que habían llevado a la Universidad a proclamarse crítica, democrática y popular, y que costó la vida de personas y el enfrentamiento con provocadores del Gobierno del estado y con los grupos de choque del Frente Universitario Anticomunista (el cual se albergó finalmente en la UPAEP) en una etapa histórica que estos traidores han tratado de hacer pasar como oscura y de inestabilidad, pero que respondió a acciones encaminadas a orientar a la Universidad a atender las problemáticas estatal y nacional, asumiendo que los recursos de la Universidad son fondos del pueblo de México que deben ser retribuidos a través de una Universidad Autónoma plena, crítica, democrática y popular a ese pueblo, a atender sus demandas y actuar para lograr la mejora de las condiciones de vida de la población (Véanse los Cuadros 3, 4, 5 y 6). Lo cierto es que desde mediados de la década de los 70, el Gobierno federal aventajó en notables contrarreformas que afectaron sensiblemente el poder adquisitivo de la población mexicana y que representaron agresiones y violaciones a las conquistas del pueblo mexicano.

La traición de este proyecto de Universidad iniciada en 1981 por el hoy muerto, pero entonces muy vivo y autollamado comunista (sólo por ser integrante del mal llamado Partido Comunista Mexicano [PCM]), Alfonso Vélez Pliego se dio tras que este nefasto individuo fue elegido rector bajo el muy válido argumento de que la Universidad no debe estar sujeta al imperio de partido alguno, pues entonces los integrantes del PCM, gracias a ocupar los principales cargos administrativos de la Universidad, repartían a discreción puestos y hacían y deshacían en cuestiones académicas.

Entonces el voto era universal, es decir, el voto de los universitarios sí contaba (no como ahora que no tiene la mayor significación) y la mayoría de los universitarios derrotó electoralmente a Luis Ortega Morales, el candidato del PCM, pues los universitarios estaban en contra de estas prácticas corporativas y abusivas y por tal motivo apoyaron a Alfonso Vélez Pliego.

Ya como rector, Vélez inició el ataque a las agrupaciones democráticas de los trabajadores, traicionó su programa y a sus compañeros de partido, y se consolidó en el poder universitario a través de organizaciones formadas ex profeso en las cuales se repetían las mismas prácticas del PCM, pero ahora bajo la línea de los velecistas.

En 1987 Samuel Malpica, también militante del PCM, ganó las elecciones en contra de los grupos velecistas. La pugna por el control de la Universidad, dividida por los intereses corporativos de los velecistas y los malpiquistas, condujo posteriormente a una etapa de desconocimiento de la autoridad del rector por el Consejo Universitario y viceversa. Esto condujo al golpe de mano que le dieron al rector en funciones Samuel Malpica, orquestado y capitalizado hábilmente y en contubernio con el mismo Malpica, por Alfonso Vélez y José Doger, quienes pusieron a dos títeres como interinos, mientras se afianzaba la intromisión y el control gubernamental en asuntos universitarios.

Después José Doger (1990-1993 y 1993-1997), también del PCM y discípulo de Alfonso Vélez, culminó la traición al proyecto de Reforma Universitaria bajo el discurso de la renovación educativa, a tono del auge modernizador del neoliberalismo impulsado por el salinismo. Continuó y culminó la obra de Vélez Pliego, y trabajó sistemáticamente para destruir la lucha por construir la Universidad como una institución dedicada a la creación científica y artística, que desarrollara el debate crítico y riguroso de las ideas. Esta lucha fue iniciada por el mismo PCM y significó el asesinato de consecuentes, valientes y heroicos militantes, ejecutados por el Gobierno del estado de Puebla.

José Doger tiene entre sus méritos el haber derogado el voto universal para la elección de autoridades, lo cual históricamente ha sido una obra tan gigantesca que Agüera tendría que hacer miles y miles de Complejos Culturales para siquiera aspirar a igualar este logro en cuanto al proyecto privatizador concebido por los velecistas-dogeristas, y después de hecho esto no pasaría de haber sido un insignificante acomplejado.

José Doger también hizo aprobar el método de composición del Consejo Universitario y el de elección de Rector a través del voto sectorial en la Asamblea Plenaria del Consejo Constituyente del 20 de septiembre de 1991. Así, el sueño de Alfonso Vélez y sus compinches se materializaba en la vida universitaria. Para este grupo de falsos “comunistas” era inconcebible que fueran los estudiantes universitarios los que eligieran a las autoridades universitarias; de acuerdo con su concepción, los estudiantes no podrían “tener más valor” que los académicos, y por supuesto unos académicos tampoco podían tener más valor que los académicos que operaban su proyecto.

De la mano de estos logros, la intervención cada vez más frecuente del Gobierno del estado en las decisiones universitarias se hacía patente con la institucionalización de los porros al convertirlos en cuerpos de seguridad que garantizaran que la promoción del cambio de imagen de la Universidad se pudiera realizar. Se desplegaron grandes campañas publicitarias en radio, televisión y medios impresos para eliminar la percepción de una institución hasta entonces estigmatizada como problemática e inestable.

Aunque para esas fechas parecía inaceptable que algún gobernador de Puebla ingresara al campus universitario, por la responsabilidad del Gobierno del estado en el asesinato (sí, leíste bien, asesinato) de universitarios, José Doger invitó en 1995 a su amigo, asesor y mentor Manuel Barttlet Díaz —autor intelectual de la inolvidable “caída del sistema” de cómputo en 1988, el fraude electoral que demostró la plena coincidencia del PRI y del PAN en contra del pueblo mexicano— a la inauguración del Centro de Tecnología Educativa (CTE), símbolo utilizado entonces para presentar la renovación dogerista, este hecho fue la corona de la entrega de la Universidad al PRI. Y si José Doger logró que el máximo representante del Gobierno que asesinó universitarios pisara el campus universitario, por qué no habría La Güera de invitar a su gober precioso, el pistolero de Barttlet, a presentar e inaugurar las obras y los monumentos a sus complejos de universitario.

Pero sigamos con nuestro recuento, también José Doger permitió la entrada del también ilegitimo Carlos Salinas de Gortari a la UAP (al Museo Casa de los Muñecos). Estos hechos muestran irrefutablemente acciones concretas encaminadas a la entrega de la Universidad al Gobierno, para desmantelarla, destruir su carácter autónomo y privatizarla.

Posteriormente, Enrique Doger recibió la Rectoría por herencia. Después, el hace años “apolítico”, pero siempre priísta, Enrique Doger tomó ventaja de los nexos del Gobierno y la Universidad y, como el perro placero que es, se peleó el hueso de una alcaldía sin soltar el que tenía en el hocico. Finalmente, llegó a Presidente del Municipio de Puebla para demostrar en un nivel superior su grado de incompetencia. De esta forma, este individuo que ya en la Rectoría de la UAP demostró una vez más la peculiar validez del Principio de Peter (conocido en los círculos administrativos), que básicamente refiere que “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”. Es decir, potenció su incompetencia y puso en evidencia su franca ineptitud para atender las necesidades sociales, cuanto más si se trata de la cuarta ciudad en cuanto a número de habitantes del país. (Este supuesto principio es resultado de la observación empírica del ideólogo burgués Laurence J. Peter)

Ahora imagine el lector al porro hecho rector de Enrique Agüera, quien ya había demostrado su brutal incompetencia al mandar a golpear a los organizadores de un Foro sobre la Gratuidad de la Educación en México, el 10 de abril de 2000, en las instalaciones de la Facultad de Administración de la que entonces era Director y pese a que —de acuerdo con lo señalado en las actas del Consejo Universitario— se presentaron denuncias ante el Ministerio Público por estas acciones represivas, el máximo órgano de Gobierno de la Universidad desechó los señalamientos, dejando limpio al orquestador de la agresión y suspendiendo por 6 meses a los que —recibiendo órdenes de Agüera— golpearon a universitarios. Estos hechos son una franca violación del Estatuto Orgánico, pues de acuerdo con este documento normativo, dos artículos establecen con claridad la responsabilidad del Director en cuanto a la conducción de la Unidad Académica:

a) en su Artículo 115, fracción XI, establece que el Director tiene la obligación de: “Garantizar dentro de la Unidad Académica el estricto cumplimiento de la legislación universitaria, de los planes y programas de trabajo y, en general, de las disposiciones y acuerdos que normen la estructura y el funcionamiento de la misma, dictando las medidas conducentes.”

b) en su Artículo 117 establece que “La administración de las unidades académicas corresponde a sus directores quienes para el desempeño de su función serán auxiliados por los secretarios y por el personal autorizado”.

De ahí que las agresiones cometidas contra universitarios por parte de los porros son responsabilidad del Director de la Unidad Académica, pues no se necesitó la presencia del porro hecho rector para golpear a los estudiantes, pero sí era necesaria su autorización. Al desechar las acusaciones fundadas en la legalidad universitaria por apuntar fehacientemente a la incompetencia de uno de sus funcionarios, el entonces rector Enrique Doger y el Consejo Universitario dieron cobijo a un bestial personaje, en franca violación de la ley y del estatuto orgánicos de la UAP.

En ese contexto, ¿cómo es posible conciliar la figura de un porro, sí de un golpeador, con la del defensor de los espacios democráticos, de la autonomía universitaria, del carácter público de la Universidad? Simplemente es un sinsentido. ¿Qué esperar del nivel académico? (Véase el Cuadros 7)

De la misma forma en la que Marín no puede ocultar su pasado de pistolero y desalojador de campesinos, de pederasta, de represor de la libertad de expresión, tampoco podrá el porro de Enrique Agüera eliminar de su historia el hecho de ser un individuo que, cobijado con el control que ha tenido sobre las instancias del Consejo Universitario, y con el acceso a los fondos públicos para comprar consciencias, ha sido un golpeador de universitarios, intimidador de profesores, corruptor de universitarios, gandul de los recursos públicos e histórico traidor de todos sus progenitores putativos. Claro que sí uno lee cualquier “medio de información” en vez de encontrar estas palabras, estarán las de “hábil político”, que son las mismas palabras eufemísticas con las que siempre se han dirigido a los priistas que les pagan mucho (millones de pesos), y que evidentemente refieren muchos conceptos, excepto honestidad, integridad y dignidad humana.

En ese sentido, ambos individuos que como parte de su nefasta historia requieren de reflectores para maquillar su verdadera cara, ocupan grandes sumas de dinero público para promocionar su propia imagen en afán de ganar adeptos cuyo único mérito es aspirar a las migajas que estén a su alcance. Y de hecho, Agüera necesita de Marín como Marín necesita de Agüera. Sí, integran una familia, de corte mafioso. En la cual cabe también, por supuesto, su también aliado y cómplice: Fecal (Felipe Calderón), el presidente espurio, quien también es parte de la tertulia agüerista.

La ausencia de oposición electoral

Ahora bien, el hilo conductor de este proyecto es nítido, Alfonso Vélez traicionó el programa con el cual llegó a la Rectoría. Malpica le ganó al grupo de Vélez con el respaldo de la comunidad universitaria, y Vélez ayudado por José Doger, orquestó el desconocimiento del rector, y en común nombraron títeres como rectores y encarcelaron a Malpica. Doger llegó a la Rectoría renegando de su pasado comunista y promoviendo la estabilidad; una vez consolidado su rectorado y controlado el Consejo Universitario, traicionó a Vélez, y dejó en la Rectoría a su primo, quien contendió con el velecista Pedro Hugo Hernández Tejeda (hoy Vicerrector de Investigación y Estudios de Posgrado, del porro hecho rector). Enrique Doger heredó la rectoría en forma interina a La Güera, quien después se hizo elegir como rector con la supuesta oposición de Francisco Vélez Pliego, hermano de Alfonso y otro guiñol. Después, La Güera, fiel a su propia historia y partícipe de esta historia de traiciones, traicionó a Enrique Doger. Finalmente, en esta elección para rector, La Güera se presenta sin oposición electoral y ya fue votado por el nuevo elector de la UAP, el pederasta Mario Marín.

De esta forma, desde 1981 hasta la fecha, el proyecto progubernamental velecista-dogerista ha regido la vida universitaria, fundándose en una legalidad construida por ellos mismos. Malpica fue un desvío minúsculo en este camino y sólo en términos del grupo ejecutor, pero con base en la evidencia de la actuación política de este individuo, no en términos del proyecto. Hasta hace 4 años, había un velecista para servir de tapadera de la elección y darle legitimidad. Ahora, según lo muestra la evidencia, ya ni falta hace usar guiñoles para nombrar antidemocráticamente rector en UAP. De hecho, la reelección de Agüera es ahora una decisión del Gobierno del estado, aunque sea avalada por el Consejo Universitario.

Pero detengámonos en la falta de oposición formal. Hasta ahora, Pedro Hugo Hernández Tejeda, Francisco Vélez y demás velecistas y malpiquistas que manifestaron un presunto interés por contender para la elección de rector en los últimos 18 años de la universidad no cuestionaron el voto ponderado, matriz formal de la antidemocracia universitaria, es decir, de antemano sabían que con la forma de elección era simplemente imposible que pudieran llegar a ser electos rectores, pues todos los recursos estaban orientados a asegurar la llegada del elegido por el rector en turno, incluso aunque fuera él mismo el continuador. Entonces, ¿qué buscaban al competir en una contienda amañada? Hay dos aspectos básicos:

a) demostrar su coincidencia plena con el método de elección y, más en general, con el proyecto de entregar la universidad y sus recursos a los requerimientos del Gobierno del estado y de la Federación, y

b) mantener extendida la mano para participar en el reparto del presupuesto público que (¿quién lo duda?) sirve para financiar los intereses y proyectos de estos grupos de poder dentro de la Universidad y fuera de ella.

Son de dominio público que tanto rectores como funcionarios de la Universidad han hecho negocios, sirviéndose de los recursos públicos, y que durante sus años como rectores han establecido: universidades patito, antros, bares, moteles, líneas de servicio público y servicios de transporte, entre otros. O bien, bajo el cobijo de la Universidad y con fondos públicos han asesorando al Gobierno de estado y de los municipios metropolitanos y a sus principales beneficiarios en la especulación inmobiliaria y apoyado sus propuestas y servido de consultores de transnacionales para el establecimiento de negocios millonarios en el estado.

Sí, para el despojo han servido los recursos públicos que han extraído de la Universidad con métodos que pueden llamarse de muchas formas, pero nunca honestos.

Todos los rufianes que integraron el grupo velecista-dogerista han sido “ganadores” a lo Agüera, han vivido del presupuesto público y gastado con cargo a la Universidad, y se han cobijado bajo el manto del prestigio histórico de la Universidad pública, el cual a su vez se han dedicado a poner por los suelos. Por supuesto, Agüera ha sido el más patético, pues ha gastado cientos de miles de pesos por semana en promover su imagen, su cara y la de su familia, asociándola a éxito y --no se rían-- a liderazgo, ¿y cómo no, si se cargan al erario público gastos semanales por cientos de miles de pesos para promover su imagen personal en medios de comunicación y en lamebotas no sólo de Puebla, sino incluso del Distrito Federal y Veracruz, hasta un perro sería un gran y carismático líder, cuanto más un ignorante porro hablador?

Ahora bien, ¿por qué la oposición formal en la UAP ya no se hizo visible en esta elección? Los chaquetazos dados por el porro hecho rector muestran fehacientemente que el oportunismo más ramplón es su carta de presentación: por un lado, chapucerías, marranadas, puñaladas traperas y pleitos maritales dentro de estas turbias alianzas, y por el otro: sonrisas, guiños de ojos, escarceos y decorosas propuestas van de la mano en este ladino individuo, y le han permitido ora seducir ora atacar a estos grupos para subsumirlos a su égida.

La Güera destruyó la Promotora Universitaria, baluarte de Enrique Doger e importante fuente para el financiamiento de su grupo. Abrió su propia línea de transporte universitario, afectando las concesiones de José Doger en el transporte público. Por su parte, los Vélez siguen en la nómina de la UAP y en su feudo, el Instituto de Ciencias y Humanidades, auspiciando y asesorando al Gobierno del estado en el manejo de inversiones en el territorio, coadyuvando con los proyectos privatizadores de espacios públicos y ejidos, para ser entregados a empresas como Walmart, o colaborando en proyectos como el Vía Atlixcayotl, la Iniciativa Valsequillo (con los conflictos derivados en El Oasis y en Azumiatla, entre otros pueblos circundantes al lago de Valsequillo), el neo-Angelópolis, para grupos económicos como Carso, El Palacio de Hierro, Liverpool o empresarios como Carlos Peralta (La Vista), Olegario Vázquez Raña (Hospital Ángeles), Miguel Ángel Rivera (Hospital Puebla) y el heredero del ex Gobernador que asesinó universitarios, el terrateniente Federico Bautista (O’Farril). Así es, estos individuos son los que conducen la entrega de la UAP a los designios gubernamentales y se benefician de los recursos públicos por medio de sus negocios ad hoc al gasto de esos fondos del erario.

Ciertamente existe una oposición real dentro de la Universidad, y no guiñoles como los velecistas, naristas y dogeristas.

Estudiantes de diversas facultades, académicos no corruptos, distintos grupos estudiantiles y académicos se oponen a Enrique Agüera, a la forma en que se lleva el proceso electoral y a la forma en la que se llevan las riendas de la Universidad. Esa oposición ha sido apabullada, amenazada para mantenerse al margen. Es fácil incluso que quede silenciada con la enorme cantidad de recursos que la UAP destina a medios de comunicación para mantenerlos con bozal en el hocico.

La oposición en muchos aspectos es aún espontánea, pero es sincera y aspira a lograr una Universidad saneada de las prácticas de corrupción existentes, que aspira a una participación democrática en el quehacer universitario y que busca vincular a la Universidad con las causas del pueblo de México, aspiraciones todas ellas inexistentes en el proyecto privatizador velecista-dogerista-agüerista.

La simulación electoral: el voto ponderado

Bajo el mismo manto protector de los privilegios y los turbios negocios, es que tiene lugar el juego para encumbrar en la rectoría a este garante de la privatización de la Universidad a través del voto ponderado, mecanismo antidemocrático impuesto a la comunidad universitaria desde 1991.

De suyo excluyente de la participación e incidencia real de los estudiantes como sector mayoritario de los universitarios, el llamado voto sectorial fortalece el control de quien autoriza las contrataciones de los docentes, es decir de la propia rectoría en funciones como parte patronal en la relación laboral. Si una vez más los estudiantes no contarán, a no ser como carne de cañón de acarreo a los actos oficiales de campaña, ello se debe a que en las unidades académicas los contratos de trabajo individuales y temporales, son pactados bajo mecanismos discrecionales. Así, los profesores obtienen una plaza no en virtud ya de un contrato colectivo de trabajo (cuyo titular legal es el SUNTUAP), sino que de facto y en pago a un “favor” es que los académicos se sujetan a los designios oficiales: lo que es un derecho se pervierte hasta convertirse en una pieza clave del control político por el rector en turno desde hace 18 años (Véanse los Cuadros 3 y 5).

Más temprano que tarde los profesores e investigadores reciben el cobro de la factura por haber obtenido chamba dándole su voto al candidato oficial, tratados como la peonada que compra en la tienda de raya a su hacendado, se convierten en gente del rector para los fines políticos que éste designe y mande. Aquí el señor de la horca y el cuchillo posmodernos puede aspirar a ocupar Casa Aguayo por su control político demostrado. Como siempre, al brutal sometimiento y al silenciamiento represivo de la oposición lo nombran “estabilidad”.

Las candidaturas únicas son la regla básica para demostrar al voto ponderado en su real dimensión, pues como los candidatos son designados por dedazo en un reducido círculo de elegidos, sin necesidad de realizar elecciones surgirán las autoridades personales en la UAP de cualquier manera, “haiga sido como haiga sido”. Bien podrá declarar Agüera a las 6 PM del 29 de septiembre rodeado de sus incondicionales colaboradores y cómplices, siguiendo en el mismo tenor de su compromiso moral, tal como declarara ante Marín: “A los amigos uno los escoge, pocas veces me ven peleando, cuando hace falta pues sí, pero yo me he propuesto hacer amigos, cómplices y aliados, gracias por ser mis aliados y mis cómplices” (Intolerancia, 070609).

En esta suma de complicidades ha sido fundamental la compra de consciencias de la máxima autoridad de la Universidad, el Consejo Universitario, con representantes a modo ya fraguadas sus candidaturas desde la rectoría, y una vez en el cargo lo asumen como moneda de cambio, sin consultar nunca a quienes representan en el papel, pues su papel es representar a Rectoría, emulando los mejores tiempos del mayoriteo priista en la Cámara de Diputados, hoy de vuelta por sus fueros. A una escala más pequeña, los Consejos de Unidad Académica funcionan con esta inercia de votar las órdenes emanadas desde el centro de mando, en un mundo donde el “¡Sí, Señor!” es tan vigente como el salinismo.

Al igual que las elecciones, el Consejo Universitario ha sido corrompido en su esencia, reducido a mera figura formal para validar las políticas en curso, al ser cada vez más virtual su existencia, pues se reúne año tras año cada vez en menos sesiones; cuando eso ocurre estas son extraordinarias o solemnes. El debate lo hacen a un lado en un ambiente de imposición, sujeción y hasta ilegalidad, pese a que según el Estatuto Orgánico el Consejo Universitario debe realizar sesiones ordinarias cada mes. Con lo cual nuevamente se viola la legislación universitaria.

El despojo a los estudiantes del voto universal, directo y secreto para elegir autoridades es la medida para mediatizar toda posibilidad de revertir el proyecto privatizador en curso de la Universidad. Ello ha posibilitado que el lumpen siga encumbrándose a través de personajes como los Doger y Agüera, en grotesca saga de sumisión de la mayoría del sector pensante (de los investigadores y docentes) a un individuo sin ninguna facultad intelectual para dirigir la Universidad.

En una lógica lineal de decadente administración de la cosa pública, se ha encumbrado un espurio en la Presidencia de la República, un protector de pederastas en la gubernatura de Puebla y un arribista en la Rectoría de la UAP. Deslegitimados en su origen y ejercicio, han convertido los recursos públicos en patrimonio privado. Claro, es todo un proyecto el evitar que los estudiantes al incidir en el rumbo de su Universidad asuman no sólo la reflexión, sino un compromiso con la transformación; por el contrario se les construye un presente de pasividad, de cómplice participación de unos cuantos en el pastel, así como un futuro de obediencia y docilidad para encontrar un lugar en el sistema, si bien no a la manera promisoria del millonario rector dueño de acciones y propiedades inmobiliarias en lugares exclusivos. Un caro proyecto personificado por Elba Esther Gordillo, quien ya hizo previamente su labor contra las generaciones del nivel básico y medio superior.

El proceso de auscultación

El voto ponderado eliminó la voluntad mayoritaria de los estudiantes para elegir al rector mediante sufragio universal, directo y secreto, donde 874 alumnos pesan lo mismo que el voto de un solo director. Lo que deja en evidencia cómo se le considera al estudiante bajo las reglas actuales: el objeto de las decisiones pactadas desde arriba, desde las instancias oficiales a ser instrumentadas por el rector.

Como se ve, los más de 60 mil estudiantes tienen un peso igual al de los 3 mil 706 académicos. Y la quinta parte de los consejeros-directores, sólo definen sin consultarlo con la respectiva comunidad de cada Unidad Académica, teniendo por delante su recibo de nómina que deben al rector en turno, no a su competencia o a su profesionalismo.

Con la tarabilla de que la “universidad no es un partido político” se liquidó al voto universal como la práctica más democrática en donde vale lo mismo la opinión de un estudiante que la de cualquier profesor o investigador, pues en este proyecto de Universidad democrática, crítica y popular se asumía plenamente como parte sustancial de la formación académica el trato de sujetos pensantes a todos los miembros de la comunidad universitaria, el trato de verdaderos ciudadanos.

Sofismas del tamaño de “¿a poco un estudiante de preparatoria puede opinar igual que un investigador del SNI?” fueron elevados al grado de inapelables, insultando la inteligencia de miles de estudiantes, que tanto derecho tienen de participar y que tienen la capacidad de pensar como cualquier otro universitario, independientemente de sus grados académicos, pues a fin de cuentas es su formación académica la que se define. En contraste, también se degrada a quienes viven profesionalmente de la cátedra o la investigación, subsumidos a la loca carrera por el puntaje, en donde lo más devaluado para los parámetros oficiales es el trabajo frente a grupo. Pero a final de cuentas, la Universidad se dirige con los criterios de un “partido político”, es decir el PRI. Esto nos regresa a los tiempos en donde un Consejo de Honor (1956-1963) nombrado por el gobernador, elegía al rector y así ordenaba los destinos de la institución… ni más ni menos estamos de regreso.

Ahora bien, el proceso de elección inicia con la designación por el Consejo Universitario de los miembros que integran la Comisión de Auscultación que valora la designación de candidatos a la Rectoría. De acuerdo con el Artículo 39 del Estatuto Orgánico de la UAP, el Consejo Universitario será presidido por el rector.

De esta forma, el rector en funciones, La Güera, se convierte en JUEZ y PARTE de este proceso, con lo que violenta los principios de justicia y equidad más elementales del Derecho, mostrando fehacientemente lo inequitativo del proceso y lo antidemocrático y autoritario de su proceder, ya que siendo él mismo Presidente del Consejo Universitario, ha tenido facultades para interferir en el proceso de auscultación.

Por si esto fuera poco, de acuerdo con el Artículo 2-2 del Reglamento de elección de autoridades personales universitarias: “Las convocatorias para el nombramiento de Rector […] serán expedidas por el Consejo Universitario por conducto de su Presidente”. Miren qué bonito, el actual rector emitió la convocatoria para volver a ser rector.

Aquí también es necesario establecer otra violación a la legislación universitaria de Enrique Agüera, quien fue denunciado el 25 de febrero de 2009 ante el Congreso del Estado de Puebla por hacer uso de recursos públicos para promover no la imagen de la Universidad, sino la de él mismo. La Güera ha mantenido con recursos públicos su campaña política para posicionarse como vil mercancía en sus frustadas intentonas de ser candidato a Presidente del Municipio de Puebla y candidato a Gobernador del Estado de Puebla. Ahora que ya de a perdis, pues va a ocupar como premio de consolación de su padrino la rectoría de la UAP por otros 4 años. Lo cierto es que el héroe del gober precioso se encontraba haciendo campaña mucho antes de ser registrado como candidato a la rectoría. El Artículo 30 del citado Reglamento prohíbe realizar campaña antes de quedar registrado: “La campaña electoral dará inicio a los dos días siguientes a la conclusión del periodo de registro de candidatos, y concluirá cuarenta y ocho horas antes del proceso de auscultación sectorial”, por tanto es de resaltar que el artículo 24 del Reglamento en comento establece que el REGISTRO sólo procederá para aquellos candidatos que satisfagan los requisitos previstos en la Ley de la BUAP, el Estatuto Orgánico, el Reglamento de Elección de Autoridades Personales Universitarias, la Convocatoria y que además la Comisión de Auscultación haya considerado idóneos, situaciones todas estas que no afectaron la bravuconería de Enrique Agüera ante los cuestionamientos a su campaña mediática que lleva meses realizando, por lo cual resulta ilegal el proceder de Enrique Agüera, ya que aún sin que existiera su registro, en los hechos ya hace mucho tiempo que inició su campaña. Para mayor precisión citemos el Artículo 32 del mismo Reglamento: “La duración de las campañas no podrá ser en ningún caso mayor a veinte días hábiles cuando se trate del Rector […]”, de ahí que la violación a la legislación universitaria sea por demás evidente. (Véase el Cuadro 8)

Existen pruebas en medios impresos en los que se precisa la cargada que llevaba Agüera en cada acto al que asistía como rector y que para el mismo proceso de presentación ante la Comisión de Auscultación asistieron (a lo priista) acarreados de las preparatorias Benito Juárez y Emiliano Zapata, así como estudiantes de varias facultades, pues sus maestros habían suspendido clases para que echaran montón en las concentraciones.

Así pues, La Güera es un violador profesional de… toda la legislación universitaria. En tal virtud, lo procedente es sancionarlo por desacatar el marco jurídico de la Universidad, marco formulado durante los rectorados orientados a la privatización de la Universidad, y de ser procedente descalificarlo para el procedimiento de elección a la Rectoría, toda vez que está violando la Ley de la UAP, el Estatuto Orgánico de la UAP, y el Reglamento de Elección de Autoridades Personales Universitarias. No se debe perder de vista que de avalar esta situación, su campaña sería absolutamente arbitraria e ilegal, ya que se basa en el desacato a la legislación universitaria, ya no digamos de ilegítima, pues a pesar de haber sido señalado ya en la previa elección rectoral, reitera la dosis y con mayor descaro, mostrando fehacientemente que su interés por la comunidad universitaria es simple y llanamente nulo.

En contra del voto sectorial

Por todo lo antes expuesto, el Movimiento Estudiantil ESPARTACO hace un llamado a la Comunidad Universitaria a cuestionar esta designación de Rector por parte del gober precioso, a impugnar los procedimientos de elección y a exigir la eliminación del voto sectorial con el objetivo de acabar con la era de corrupción, dispendio y agandalle de los recursos públicos inaugurada por Alfonso Vélez Pliego y que continúa y continuará el porro hecho rector de Enrique Agüera Ibáñez.

No llamamos a la abstención, llamamos a la activa participación para denunciar este proceso irregular y a modo para continuar con la privatización de la universidad.

Por tanto, esta participación activa —proponemos— debe traducirse en la formación de asambleas universitarias en las cuales se cuestione la forma de Gobierno que ha llevado la Universidad y que, como universitarios, nos propongamos su modificación. La organización de estudiantes y de académicos, en este sentido, se hace imprescindible siempre que se plantee acabar con el corporativismo, la corrupción, la elitización y la traición que han convertido a la Universidad en un apéndice del Gobierno, en un reducto de las prácticas priistas más aborrecidas por el pueblo mexicano.

Así las cosas, instamos a presentarse a votar para anular el voto, instamos a marcar el voto marcando la leyenda “Por el voto universal. ¡No al voto ponderado!”, pues el porro-rector que aspira a Reina de la primavera universitaria no enarbola ni representa efectivamente las demandas de los estudiantes ni de la Comunidad Universitaria.

Convocamos a luchar por tener una Universidad verdaderamente democrática, científica y popular. Instamos a tomar una actitud crítica y participativa para destruir y erradicar el proceso de maniatación y amafiamiento que actualmente se vive en la Universidad. Llamamos a evitar que la apatía y el desinterés contribuyan a que un vil porro siga haciendo la simulación de regir la vida de la Universidad Autónoma de Puebla, mientras se enriquece descaradamente, convocamos a considerar que nuestro deber como universitarios es evitar que el héroe porro de Marín siga implantando el proyecto de desmantelamiento de la Universidad por otros cuatro años.

¡¡POR EL CARÁCTER REVOLUCIONARIO DEL MARXISMO-LENINISMO PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL!!

¡¡HACIA LA LIBERTAD POR EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO!!

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