A nivel nacional, la política de militarización del gobierno usurpador disfrazada de un combate o guerra contra el narcotráfico, se ha visto desenmascarada ya concretamente como una política de uso del poder y abuso en contra de la libertad de manifestación, expresión, crítica y pensamiento. Esto dado, que el llamado aparato de fuerza pública y militar para erradicar o luchar contra la delincuencia organizada en México, lejos de convertirse en realidad, recae en primer lugar en abuso de derechos humanos por parte del Ejército a la población como: la violación sexual y el homicidio injustificados a la indígena nahua Ernestina Ascensión Rosario en
Y en segundo lugar esta política de estado deviene realmente en el fortalecimiento de los grupos narcotraficantes que operan en México. Lo cual nos lleva a aseverar que la pseudolucha contra el narco, en la generalidad ha servido para seguir fortaleciendo a los grandes cárteles, pues gran cantidad de soldados de tropa del Ejército Mexicano han desertado en los dos último años para ponerse al servicio de los cárteles del Golfo, Sinaloa y Tijuana, reintegrándose así con mayor preparación al negocio del narco, la cual ha sido financiada con una gran inversión del gobierno ilegítimo con recursos nacionales y extranjeros en materia de seguridad pública (como los que EU destinó a México para atacar a los Narcotraficantes con el Plan Mérida y el Plan Colombia) aterrizados en mayor capacitación, armamento y formación integral de la fuerza pública mexicana, los cuales han estado y siguen estando fundamentalmente al servicio de un único objetivo: el de mantener un aparato de Fuerza a favor del Estado y para ser utilizado en el momento en que los movimientos y organizaciones sociales atenten contra los intereses de los que detentan el poder económico y político, sobre todo cuando este último es representado por un presidente ilegítimo que para mantener la credibilidad y el orden social le es necesaria la militarización del país como política de estado.
Históricamente el objetivo mencionado ha sido en esencia lo que el estado mexicano ha buscado obtener del ejercicio del cuerpo militar y judicial, tal como lo demuestran los hechos de represión durante la llamada guerra sucia en la década de los setentas, en la cual cualquier tipo de manifestación contraria, o formas de lucha en contra de los gobiernos en turno fue acallada mediante el ejercicio de la violencia física, operados por supuesto por el mismísimo ejército mexicano, cuya forma de operar fue y sigue siendo la de la desaparición de personas, tortura, encarcelamiento de gente con cargos penales inventados y por supuesto el dar muerte a personas específicas que representaban o representan un peligro para la estabilidad del estado que defiende los intereses de la clase burguesa; es decir el de la explotación, apropiación y marginación sobre la clase no poseedora de medios de producción, para incrementar la acumulación y el enriquecimiento de aquélla.
Un ejemplo clave durante el periodo mencionado es el de un campesino indígena de la costa chica del Estado de Guerrero de nombre José Radilla Pacheco desaparecido por el ejército en 1974 por haber demostrado simpatía con el extinto guerrillero Lucio Cabañas, dicho campesino hasta la fecha sigue sin aparecer, aún cuando
Otros ejemplos más reciente de la intervención de las fuerzas armadas y distintas policías militarizadas en el desmantelamiento de descontento social, han sido su entrada extra legal en acontecimientos ocurridos en la siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, en Michoacán, a los mineros de Sicartsa, San Salvador Atenco, Estado de México y Oaxaca, todos en 2006, movimientos sociales en defensa de los derechos populares, cuyas luchas atentaron contra el orden social y económico del sistema capitalista
Es por ello pues por lo que se hace necesario reforzar las medidas de protección de intereses aún cuando ello conlleve a prácticas violentas que atropellan la integridad del ser humano, como lo son la tortura, violación a la privacía, persecución y encarcelamiento; es decir el Estado comete este tipo de vejaciones contra los mismos ciudadanos que dice representar, sólo que actualmente ya no necesita de excusarse o evadir acusaciones de represión en todo el territorio nacional, pues a la par de una política de militarización del país, se aprobó estratégicamente
Este tipo de delitos en contra de la población se realizan constantemente a escala nacional, pues por ejemplo, vemos cómo en los hechos la libertad de expresar cualquier postura crítica y plural es censurada mediante cualquier forma de represión, tal es el caso de la periodista Carmen Aristegui, para quien la represión a las ideas se da mediante un amarre de intereses económicos entre Televisa, Grupo PRISSA y el gobierno de FECAL, a quienes en conjunto no conviene la existencia de una línea de información plural y distinta a la que ellos pregonan con su prensa de alabanza y engaño. Este tipo de hechos ocurren en este país, porque es precisamente al gobierno y a la clase empresarial de mayor concentración de riqueza y capital, a los que más interesa que se lleven a cabo este tipo de prácticas nulamente democráticas y respetuosas de las libertades humanas, excesivamente corruptas y fascistas para que nadie ose de cuestionar o ser opositor de lo que por muchos años han saqueado al pueblo mexicano
Pero aún con las medidas fascistas unas veces expuesta, muchas otras oculta, y muy a su pesar de la burguesía y su estado, en el territorio mexicano han existido, sobre todo desde finales de la década de los sesentas hasta hoy día formas de lucha social por mejores condiciones de vida, algunas son y han sido los movimientos guerrilleros del EPR, ERPI o el EZLN, a los cuales también el ejército ha reprimido mediante la desaparición vigente de sus militantes o dirigentes. Pero no sólo en México existen luchas políticas de movimientos armados, éstos existen también en América Latina como el caso de las FARC en Colombia, las cuales también han sido objeto de represión mediante sus presos políticos, así también por medio de las acciones del estado colombiano para descalificar y tergiversar la información de lo que es la guerrilla colombiana, haciéndola aparecer en los medios internacionales y nacionales de dicho país como movimiento terrorista y narcotraficante, con el objetivo de sembrar terror y en algunos casos repudio a las FARC al menos a nivel continente. Un ejemplo de los actos terroristas del gobierno colombiano en contra de la guerrilla, es el caso del crimen ocurrido el primero de marzo en un campamento de esta guerrilla, por órdenes de Álvaro Uribe –Presidente colombiano-en donde murieron 4 estudiantes de
La intolerancia y la política fascista del Estado mexicano, no puede estar aislado de casos concretos existentes dentro del mismo territorio nacional, es decir que lo planteado anteriormente pareciera estar muy alejado de nosotros los estudiantes, pero sucede que en nuestra propia universidad, en la universidad de “la excelencia y la democracia”, los actos de represión no se hacen esperar y se presentan mediante la descalificación, el hostigamiento verbal y físico, así como prácticas de espionaje a la organización de los estudiantes, las cuales han sido encabezadas por Enrique Agüera quien no conforme con el aparato de represión física como lo son los porros que anidan en toda C.U (como los SISU, pseudoestudiantes, reporteros) para eliminar todo tipo de cuestionamiento o critica estudiantil , éste también tiene también comprada a la prensa local (C.U y Estado) para descalificar al movimiento estudiantil, acusando a los mismos estudiantes de porros y desestabilizadores políticos de
Es así pues como la política de Estado, política de militarización del país enfocada a condenar y reprimir a la organización ciudadana, así como las mismas modificaciones que se hacen a la ley, coadyuvan a generar un clima de inseguridad social, sobre todo en el caso del libre ejercicio de nuestras garantías individuales, las cuales se transgreden día a día no sólo por la violencia física, sino por la constitucionalidad y legalidad que adquiere la represión en México, gracias a que el mismo estado protagoniza y refuerza la misma represión nacional en todas sus manifestaciones, es por ello que la realidad que enfrenta
Así es como dado el contexto nacional que rige la vida de los mexicanos, a nosotros como estudiantes de una universidad pública, no sólo nos toca enterarnos de lo que sucede en nuestro país con las prácticas represoras del gobierno panista, sino tomar una posición política al respecto y defenderla, haciendo énfasis en la protección a nuestro derecho a la libertad de expresión y asociación, sin temor a la misma represión de rectoría de por sí existente, y necesaria de ser denunciada por la organización de los estudiantes.

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