martes, 7 de agosto de 2007

¿Por qué no Hanna Arednt: el concepto de lo poítico? (primera parte)

¿Por qué no Hanna Arendt?: El concepto de lo político (parte I)

Mara Morales.

El Hombre se universaliza como Humanidad, pues toda ella ha tenido al trabajo como eje rector, más no como Dios. El trabajo transformo al mono en hombre. No sólo el trabajo, a la par de él, la evolución de los ojos, las manos, dirían hasta las nalgas. Hicieron al Hombre: Hombre. El desarrollo de la producción ha hecho que la sociedad influya en el hombre y el hombre en la sociedad.

La naturaleza del ser humano. La razón de su sobrevivencia como género es negado con la siguiente afirmación: “La representación monoteísta de Dios a cuya imagen y semejanza debe haber sido creado el hombre. A partir de aquí, ciertamente, sólo puede haber el hombre, los hombres son una repetición más o menos afortunada del mismo. El hombre creado a semejanza de la soledad de Dios es la base del hobbesiano state of nature as a war of all against all. Es la guerra de uno contra todos los otros, que son odiados porque existen sin sentido – sin sentido para el hombre creado a imagen de la soledad de Dios.”[1]

Negar la necesidad que el Hombre tiene por los demás hombres es negar al Hombre mismo. Para producir, el Hombre necesita de otros hombres, no hay trabajo que pueda ser realizado en la soledad de Dios. Todo trabajo implica la concentración de trabajos anteriores. El trabajo “nuevo” es trabajo viejo, más trabajo nuevo, más trabajo totalmente nuevo. El trabajo viejo es producto de otros hombres. El trabajo nuevo es producto del hombre que ejerce su fuerza transformadora sobre el trabajo viejo. El trabajo totalmente nuevo es exactamente eso un trabajo que no existía antes de iniciar el proceso productivo, pero que sería imposible de realizar sino hubiesen estado presentes el trabajo viejo y el trabajo nuevo. Por ello, aunque el trabajo se haga por un solo hombre, no hay en la faz de esta nuestra Tierra, un trabajo que se realice sin herramientas. Siendo tal, que ese Hombre aunque trabaje en la soledad de Dios, siempre estará acompañado por el cúmulo de conocimientos y habilidades que en la producción han regido y acompañado a la inseparable pareja: Hombre- Producción.
Ese decir, “a partir de aquí, ciertamente, sólo puede haber el hombre, los hombres son una repetición más o menos afortunada del mismo”. Que el Hombre es si acaso una “afortunada repetición del mismo” es decir, de si mismo, del propio hombre. Nos conduce a repensar críticamente, que es repetirse a si mismo: ¿Cómo clones? Entes idénticos pero sin personalidad, sin valores, sin convicciones. ¿Cómo copias exactas? Con los mismos defectos y virtudes pero sin individualidad. ¿Cómo repetición? Haciendo constantemente lo que ya en el pasado otros habían hecho. ¿Cómo qué?

“A través de la representación de una historia universal la pluralidad de los hombres se diluye en un individuo humano que también se denomina humanidad. De ahí lo moustroso e inhumano de la historia, que al fin se impone plena y brutalmente a la política.”[2]

La Humanidad no es la sumatoria de muchos hombres, pues el Hombre no es la repetición de si mismo. La Sociedad no es algo artificial producto de una pesadilla de Dios. La Sociedad es un constructo humano, resultado de los hombres en su inter-relación con ellos mismos, con la naturaleza y con el conjunto que forman al estar unidos.

En ella, en la Sociedad el Hombre se manifiesta en su naturaleza colectiva, de acompañamiento e influencia de uno con otro, de otros con otros y en su individualidad, que no individualismo, esa influencia que tiene rebote en lo que le dan y a su vez él da. Pensar en el Hombre así con mayúscula, es conceptualizar al hombre como genero. Es pensar en esos hombres que van siendo formados y deformados por lo que la Sociedad demanda en términos históricos y por ende de producción, la repetición de los prejuicios y valores que le sean conducentes para ese momento histórico-concreto de la Humanidad. El aquí y ahora de la cotidianidad en la que se esta: el modo de producción.

¿De dónde ha salido?, “Lo moustroso e inhumano de la historia”. Más aún ¿Es así? La historia puede ser tratada como ente ajeno al Hombre. ¿Quién hace la Historia? La Historia la hace el Hombre es su devenir: los acontecimientos, sucesos, decesos, descubrimientos, inventos, guerras, conflictos, y demás; constituyen todo lo hecho y deshecho por los hombres. Aceptar que la Historia es moustrosa, implica aceptar que el Hombre es un moustro. Y es una afirmación que en algunos momentos se apetece factible. ¿Pero es el Hombre un moustro por naturaleza o es la relación que se establece en la producción con respecto a la posesión de lo producido lo que lo convierte en un moustro contra natura al Hombre?.

El buscar la respuesta nos lleva a encontrar otras más.

La producción se “agiganta” logra cubrir las necesidades de los hombres y tener un excedente. La posesión de esté se convierte en un problema que se resuelve de distintas formas o con manifestaciones diversas pero que en esencia son lo mismo. Se establece una diferenciación de clase: los que poseen y los desposeídos. Los que poseen los medios de producción y los que no los tienen. Él, el Hombre comienza a alejarse de su naturaleza colectiva con la aparición de las clases sociales. Y es este Hombre como genero, pues aún en esta separación continua siendo un colectivo él que posee y un colectivo más grande él que es desposeído.

“… la política resultado del desarrollo de cuerpos políticos a partir de la familia”. ¿Así o no así? La Historia tiene una secuencia, que si bien no es lineal, tampoco es simple. La compleja imbricación del origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Nos lleva a pensar que esta afirmación carece de sistematicidad y lógica. La familia no surgió de improviso, por ende no se convirtió en el resultado de cuerpos políticos (Estado).

El Hombre potencio su producción y con ello, enfrento el problema de quien se quedaba con lo producido después de cubrir sus necesidades. A la vez, debió descubrir que las relaciones sexuales entre hombre y mujer “daban” en ocasiones a otro ser humano. Debió descubrir también que las relaciones consanguíneas ocasionaban mal formaciones, deformaciones o pérdidas del producto. Así, concluyo en establecer limitaciones a esa reproducción. Mismas que fueron vinculadas a la relación económica. Si la producción “sobraba”, es decir, alcanzaba para cubrir las necesidades de los hombres que la habían producido y aun había un poco más. Pues, entonces, quien la poseía podía dejársela al producto de las relaciones establecidas entre hombre-mujer, desde luego, que eso de hombre y mujer, es un decir, pues sabemos que hubo matriarcado, patriarcado, etc. Es pues, como se establece eso que contemporáneamente llamamos Familia. Misma que nace junto con la propiedad privada, pues antes de ella no había necesidad de establecer un lazo de unión entre un grupo en diferenciación con otro.
“Cuando se ve en la familia más que la participación, esto es, la participación activa, en la pluralidad, se empieza a jugar a ser Dios, es decir, a hacer como si natturaliter se pudiera escapar del principio de la diversidad… Las familias se fundan como albergue y fortificación en un mundo inhóspito y extraño en el que uno desea establecer parentescos. Este deseo conduce a la perversión fundamental de lo político, porque, a través de la introducción del concepto de parentesco, suprime, o más bien pierde, la cualidad fundamental de la pluralidad”.[3]

Efectivamente el Hombre es diverso por naturaleza, no somos iguales. La igualdad es un prejuicio social que se establece para garantizar la desigualdad. Somos iguales en tanto se pretende establecer la igualdad jurídica que decanta en igualdad política, pero que a su vez niega la igualdad económica que llevaría a la desaparición de las clases sociales (tratadas así como una generalidad en la Historia de la Humanidad). El que exista quien se quede con el excedente económico ha negado rotundamente la igualdad económica, por ende la igualdad genérica de la Humanidad. Pero no representa la negación de la diversidad el haber establecido lazos de parentesco, al contrario, reafirma esa diversidad la existencia de dichos lazos.

El eufemismo empleado para denominar la actuación contranatura ocasionada por la separación entre poseedores y desposeídos como: mundo inhóspito y extraño. Es una justificación más para negar el origen del Estado. El Estado es parido por la necesidad de garantizar la posesión del excedente y la defensa de esté ante los desposeídos, nace para garantizar la “perpetuidad” de esta situación. Así, ese mundo inhóspito y extraño es el mundo de la lucha de clases.

El Hombre es entonces producción (trabajo), Historia (devenir) y Sociedad (colectivo).

“Zoon politikon: como si hubiera en el Hombre algo político que perteneciera a su esencia. Pero esto no es así; el hombre es a-político. La política nace en el Entre-los-hombres, por lo tanto completamente fuera del hombre. De ahí que no haya ninguna substancia propiamente política.”[4]

¿Qué puede ser metahumano?, si es producto de la Humanidad entera. Y la política lo es.

31 de julio, 2007.


[1] Hannah Arendt. “¿Qué es la política?. Pensamiento contemporaneo 49. ed. Paidos. México, 1999. p. 46
[2] Idem p.46
[3] Ibidem p. 47
[4] Ibidem p.47

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